He titulado este artículo “Aceptar para dejar de sufrir” porque a lo largo de mi experiencia como terapeuta Gestalt, he podido constatar como las personas que acuden a mi consulta en busca de ayuda, llegan con sufrimientos emocionales, conflictos personales, consigue paz y tranquilidad cuando en su proceso de autodescubrimiento integran la aceptación.
Cuando trabajamos la autoestima, nos aceptamos a nosotros mismos; cuando hacemos las paces con nuestra infancia y nuestra familia, aceptamos nuestro pasado; cuando trabajamos una separación de pareja, comprendemos que el otro siente lo que siente, y así podemos aceptar y poner rumbo hacia una buena vida. Cuando trabajamos un conflicto laboral, comprendemos el funcionamiento de los demás, aceptamos a los otros.
Diría que es un milagro, pero se trata de un proceso que siendo sencillo no es fácil, hay que aumentar la conciencia, practicar, estar presentes, prestar atención a mis pensamientos, a mis sentimientos, a las sensaciones de mi cuerpo, a mi respiración. Reflexionar y comprender para qué está ocurriendo exactamente lo que está ocurriendo en este momento de mi vida. Y sobre todo de estar abiertos al cambio.
Cuando no aceptamos, fabricamos sufrimiento, la aceptación nos calma y relaja, nos permite una nueva mirada a la experiencia actual o a nuestro pasado y a nosotros mismos.
Yo aprendí a aceptar para dejar de sufrir para mí hoy la aceptación es: decir SI, a lo que fue tal y como fue.(pasado) decir SI, a lo que soy tal como soy en este momento de mi vida, (yo)es decir SI, a lo que hay tal cual es en este momento de mi vida. (presente).
Os voy a contar un ejemplo que utilizo con mis clientes en mis sesiones de terapia Gestalt y en mis grupos de crecimiento personal:
Yo tengo un cojín verde, entonces puedo empezar a pensar: yo quería un cojín rojo, no sé por qué la vida me ha dado un cojín verde, yo no puedo ser feliz con un cojín verde, porque el cojín rojo es mejor, si yo fuese de tal o cual manera entonces tendría un cojín rojo, puedo pensar Ana tiene un cojín rojo ¿por qué ella si puede tenerlo y yo no?. Podría seguir a si semanas y meses. Fabricando sufrimiento, malestar, envidia… También podría decir, está bien odio este cojín verde, pero no tengo más remedio que aceptarlo, y me quedaría disgustada, frustrada… esto es resignación, no es aceptación.
Ahora bien, yo puedo aceptar que mi cojín es verde, disfrutar de mi cojín verde sin pelearme con lo que hay y a partir de aquí mirar mi cojín verde y pensar ¿cómo podría hacer yo para mejorar mi cojín verde? Quizás puedo coserle unas flores rojas, o pedacitos de tela, también puedo pensar ¿qué puedo hacer para tener un cojín rojo? Además del verde. Esto si es aceptación ya no hay pelea y todo ese tiempo y energía dedicados a fabricar sufrimiento, ahora está dedicado a disfrutar lo que hay y a crear cosas nuevas.
Si acepto que soy un cojín verde en todo su esplendor, puedo empezar hacer cambios en mi vida para seguir enriqueciéndome.
Si yo no me acepto como soy tal cual soy en este momento, si yo no acepto lo que la vida me da, es difícil tener una buena vida, porque me estoy peleando con la vida.
Reconocer y aceptar mis virtudes y también aquellas partes de mí que menos me gustan, para trabajar en cambiarlas y convertirme en una mejor versión de mí. Es aceptar que puedo cometer “errores” y que puedo aprender de ellos también. Aceptar te libera del sufrimiento
Una de las cosas que tenemos que aprender es que a aceptar no es resignarse.
Aceptar no tiene nada que ver con resignarse, ser indiferente o pasar de todo. La aceptación requiere de mucha práctica y de sabiduría y es lo que nos permite dejar de sufrir ante determinadas experiencias.
Primero nos aceptamos tal como somos en el momento actual de nuestra vida.
Luego aceptamos a los demás tal como son. Al igual que nosotros, tienen derecho, a hacerlo como saben, como pueden y como quieren, según sus propias experiencias y en su nivel de consciencia.
También aceptamos que el mundo es como es, que la vida no se mueve siempre a nuestro ritmo, que las cosas no suceden tal y como nosotros queremos y en el momento que nosotros queremos y que eso no es mejor o peor.
Y si seguimos aprendiendo a aceptar, entenderemos que algunas personas no nos acepten, que no les gustemos, y podremos actuar sin enfadarnos, sin ponernos a la defensiva, comprenderemos que los demás tienen el derecho a sentir lo que sienten. Así dejamos de pelearnos con la vida.
Y en este camino de aceptación vamos aprendiendo a fortalecer nuestra autoestima, ganando más confianza y aumentando nuestra paz interior.
Para aceptar primero he de tomar conciencia, de lo que me está pasando, de lo que estoy pensando, de lo que estoy sintiendo, y de lo que estoy haciendo. Y a partir de ahí ir aceptando poco a poco lo que he tenido/ pasado en la vida y sobre todo como funciono para poder cambiarlo. No aceptamos solo para decir sí, sino para poder ir modificando aquellas cosas (voy a decir un taquito) que me joden la vida. Las otras no
“Al aceptar la realidad tal como es, dejamos de fabricar sufrimiento”
La aceptación es también respeto por mí mismo y por los demás, porque al aceptarme como soy, dejo de maltratarme y me aprecio. Cuando acepto a una persona tal como es, desaparecen las ganas de cambiarla, dejo de juzgarla, empiezo a respetarla y entonces puedo decidir si una relación con esa persona es adecuada para mí.
Artículo realizado por Sara Medel terapeuta Gestalt
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